domingo, 5 de enero de 2014

EL SUELO COMO RECURSO NATURAL

El suelo es uno de los principales recursos que brinda la naturaleza, ya que en él crecen y se desarrollan las plantas, tanto las silvestres como las que se cultivan para servir de alimento al hombre y los animales. La formación de los suelos depende de un largo y complejo proceso continental. Es lentamente renovable cuando se genera de manera permanente a través de procesos naturales y por el manejo adecuado que los grupos humanos hacen del mismo. Es no renovable cuando en un espacio de terreno, el promedio de erosión superficial supera su tasa de generación, es decir cuando es más rápida la destrucción que la renovación.



Las diferentes actividades que los grupos humanos realizan en los espacios geográficos traen como consecuencia el rápido deterioro del suelo y de sus características básicas. En las últimas décadas, cerca de la tercera parte de la tierra que se cultiva en el mundo se ha erosionado a una tasa más rápida que la de su propia formación. El suelo es la base sobre la que crece vegetación y el resto de los seres vivos de la biosfera. Es la fuente de alimento para las plantas y el espacio vital donde se desarrollan la agricultura, la ganadería y silvicultura; actividades básicas para la alimentación de los seres humanos.
Del suelo obtenemos todos los productos de origen vegetal, algunos pueden directamente servirnos de alimento y otros permiten la alimentación de los animales, de los que no solo obtenemos nutrientes sino otra serie de productos como vestido, calzado y diversos enseres que facilitan nuestra vida.


Los vegetales no solo son el punto de partida de la cadena trófica sino que nos proporcionan fibras textiles, madera, resinas y un sin fin de productos de utilidad inmediata o diferida tras su transformación.

Los bosques y las masas herbáceas permiten mantener el equilibrio gaseoso de la atmósfera y los primeros contribuyen a regular el ciclo del agua en la naturaleza, favoreciendo la condensación de la humedad atmosférica y provocando la lluvia.



Todo lo que antecede no sería posible sin la existencia del suelo, que está limitado en su superficie y de la cual una parte, cada vez mayor, la hemos de dedicar a construir nuestras viviendas, las infraestructuras de transporte, las industrias e incluso a almacenar nuestros desechos. De ello podemos inferir que sin él no sería posible la vida sobre la tierra, al menos en la forma que la conocemos.


El suelo no es un cuerpo estático sino que mantiene un equilibrio dinámico con el medio que lo rodea. De modo que continuamente se está formando y destruyendo. Su destrucción está provocada por los fenómenos erosivos cuya intensidad natural es similar a la de su formación, una vez alcanzado el equilibrio y alcanzado el espesor máximo que corresponde a su situación natural. Desde este punto de vista, el suelo es un recurso natural renovable, mas la realidad es desgraciadamente diferente y en la actualidad se ha convertido en un recurso no renovable por la forma en que hemos incrementado la velocidad de destrucción mientras que la de formación permanece invariable.


Formación de los suelos

La formación de los suelos depende de un largo y complejo proceso de descomposición de las rocas, en el cual intervienen factores físicos, químicos y biológicos. La interacción de estos, como factores ecológicos, provoca la desintegración de los minerales que, unidos a los restos de animales y plantas en forma de materia orgánica, originan el suelo.
Los seres vivos intervienen en la destrucción de la roca madre y, además de los agentes climáticos, toman parte en la mezcla de sustancias del suelo, en su distribución horizontal, y añaden a éste materia orgánica.
Las sustancias de desecho de animales y vegetales, así como los propios cuerpos de estos al morir, son las únicas fuentes de materia orgánica del suelo, la cual proporciona a éste algunos componentes esenciales, lo modifica de diferentes modos, y hace posible el crecimiento de fauna y flora variadas, que de otra manera no podrían existir.
La presencia de distintos tipos de minerales, las variaciones climáticas, la altura sobre el nivel del mar, la latitud geográfica y otros factores, determinan una gran variabilidad de los suelos, la cual se manifiesta en las características físicas y químicas de estos.


IMPORTANCIA DEL SUELO 

Todos los recursos naturales revisten para el hombre la misma importancia, ya que sin ellos sería imposible su supervivencia en el planeta.
El suelo, sin embargo, es fundamental ya que constituye el asiento de las principales formas de la vida orgánica y en él radica el hombre sus mayores actividades económicas y culturales. Es el reservativo de otros recursos naturales como agua, minerales, flora, fauna, entre otros.
Proporcionalmente el suelo representa un recurso escaso, ya que sólo representa una cuarta parte de la superficie de la Tierra. Si se tiene en cuenta, todavía, que de la masa terrestre una gran extensión está ocupada por desiertos y montañas, resulta evidente que la parte aprovechable del suelo constituye una reducida superficie del globo terráqueo cuya calidad es menester conservar a todo trance, ya que de ella depende el futuro de la Humanidad.
A cada habitante del planeta se le puede asignar aproximadamente una superficie de 3,5 hectáreas del total de tierras existentes. En la práctica esta superficie sería menor por la cantidad de tierras desechables. El sistema económico imperante, basado en la división del trabajo, hace innecesaria esta forma de asignación de la tierra la que se distribuye en el mundo en unidades agrarias y de asentamientos humanos que registran superficies notoriamente superiores e inferiores al promedio señalado.


EL SUELO COMO ALMACENADOR DE AGUA


El agua en el suelo tiene una importancia considerable; por una parte interviene en la nutrición de las plantas, directa e indirectamente. Actúa como vehículo de los elementos nutritivos disueltos y, por otra parte, es uno de los principales papeles de la edafogenesis, que condiciona la mayoría de los procesos de formación del suelo.La fuente principal del agua del suelo es el agua de precipitación y también el agua subterránea (capa freática de la tierra permanente, alimentada subterráneamente.
Las lluvias que caen en la superficie del suelo se subdividen en diversas fracciones, dando lugar a las formas de agua siguiente:

v  Agua de escorrentía: superficial o hipodérmica, cuando circula en el interior de los horizontes superiores, paralelamente a la superficie (esta segunda forma es el agente causante del empobrecimiento, del arrastre lateral de las partículas más finas, limos y arcillas); la escorrentía no es constante y únicamente lo es en las superficies con pendiente (aunque esta sea débil) sometidas a lluvias violentas.

v  Aguas de gravitación: o agua gravitacional, se infiltra por la fuerza de la gravedad y circula por los poros gruesos, superiores a 10 m, en general verticalmente, aunque a veces también lo hace de forma oblicua si existe una pendiente y cuando la permeabilidad del suelo disminuye en los horizontes profundos. Este tipo de agua se subdivide en dos tipos:
Ø  Agua gravitacional de flujo rápido: circula por los poros más gruesos, superiores a 50 m durante las primeras horas de lluvia.
Ø  Agua gravitacional de flujo lento: desciende lentamente (con frecuencia durante varias semanas) por los poros de diámetro comprendido entre 50 y 10 m.

v  Agua retenida: por el suelo durante la infiltración de las lluvias, que ocupan los poros medios y finos, inferiores a 10 m aproximadamente; las fuerzas capilares y de absorción son suficientemente grandes para oponerse a la fuerza de gravedad. El agua retenida se subdivide en dos partes:
Ø  Agua capilar absorbible por las raíces: que ocupa los poros medios, donde forma meniscos entre las partículas solidas.
Ø  Agua ligada (Llamada también de absorción) que forma una película fins en la superficie de las partículas del suelo, poros finos, diámetro inferior a 0,2 m, y que esta retenida tan enérgicamente que no es absorbible por las raíces.

El suelo como inactivador de los contaminantes


El suelo es un sistema abierto en el espacio y en el tiempo. Evoluciona transformándose hasta alcanzar el equilibrio con las condiciones ambientales y a partir de ese momento tiende a permanecer estable. El suelo puede considerarse como un sistema depurador porque es capaz de degradar o inmovilizar los contaminantes.
El poder de amortiguación de un suelo representa la capacidad que tiene un suelo de inactivar los efectos negativos de los contaminantes. Esta beneficiosa acción se puede ejercer por varios mecanismos:

v Neutralización
v Degradación biótica o abiótica
v Adsorción
v Complejización
v Insolubilización

La capacidad depuradora depende fundamentalmente de determinadas características de los horizontes superficiales:

ØLa actividad microbiológica, que facilita la descomposición e inmovilización de los contaminantes.
ØLa arcilla y la materia orgánica que mediante reacciones fisicoquímicas adsorben a los contaminantes y permiten su inmovilización o liberación.
ØLa capacidad filtrante, que va a regular la facilidad de penetración de los contaminantes.

Estas acciones dependerán de determinadas propiedades del suelo que influyen en los mecanismos de autodepuración:

ü  Textura. Los suelos de textura arcillosa tienen una alta capacidad de autodepuración.
ü Estructura. Los agentes contaminantes pueden provocar la destrucción de la estructura, por dispersión, si contienen altos contenidos en sodio.
ü  Porosidad y permeabilidad. Facilitan la circulación de los contaminantes en el suelo y pueden eliminar rápidamente los contaminantes y traspasarlos a los niveles freáticos.
ü Capacidad de cambio iónico. Aumenta la capacidad de autodepuración al fijar los contaminantes sobre la superficie de las partículas.
ü  Salinidad. Los contaminantes pueden aumentar la salinidad y como consecuencia disminuir la estabilidad del suelo.
ü  pH. Los contaminantes pueden acidificar el suelo, por vertidos o por oxidación de sulfuros y óxidos nitrosos, con lo que aumenta la vulnerabilidad del suelo.
ü  Eh. El ambiente oxidante aumenta el poder auto depurador al facilitar la actividad microbiana de descomposición.
ü Los gases del suelo ejercen también un importante papel, proporcionando el suficiente oxígeno para la actividad microbiana.

De cualquier forma, por muy favorables que sean las características del suelo, es evidente que la capacidad depuradora no es ilimitada. El suelo no puede asimilar, inmovilizar, inactivar y degradar todos los contaminantes que recibe y por ello, en un determinado momento, cuando se superan unos determinados umbrales, puede transferir los contaminantes a otros medios e incorporarlos en las cadenas tróficas. Se produce entonces una situación no prevista que ha sido definida recientemente por algunos autores como "Bomba Química del Tiempo".

Ley forestal de aguas y suelos


La Ley Forestal del Suelos y de Aguas fue promulgada el 26 de enero  de 1966 en Gaceta Oficial N° 1.004 Extraordinario en el primer mandato del ex presidente Carlos Andrés Pérez su finalidad. Sin embargo por un error, es en la resolución N°078 de fecha 08-03-66 emanada del entonces Ministerio de Agricultura y Cría, que se oficializa esta Ley en la Gaceta N°27.981 del 09 de marzo de 1966.

HAZ CLICK Y VISUALIZA LA LEY 
http://faolex.fao.org/docs/html/ven3045.htm

Blog realizado por :

Jhonny Pineda 
Neigbhy García 
Yohandri Moron 
Eduardo Gonzalez
Wilmer Toro
Ailis Diaz
Ruben García 

No hay comentarios:

Publicar un comentario